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Discurso de Inauguración de la Plaza JLG


Bueno, papa, llegó la hora de entregarle la tan esperada Plaza JLG. Plaza de la que tanto le he estado hablando últimamente y que, engañado, gracias a esta inauguración logré que usted hoy viniera aquí, al gran Parque Industrial Sidegua. Hoy quiero celebrarlo, honrarlo con el agradecimiento que muchos tenemos hacia usted. Hoy, ya le puedo decir que a este museo de máquinas le llamaremos Plaza JLG en homenaje a usted. Además, quiero decirle que usted es la mejor y más completa máquina entre todas estas máquinas; que usted ha convertido sus sueños en realidad, y que, junto a un gran equipo de trabajo, porque después de Dios, las personas son lo más importante, ha logrado todo lo que hoy es Corporación Aceros de Guatemala. Personas que lo han acompañado desde su inicio, en 1953. Personas, que, aunque algunas ya no están en esta vida, fueron tan importantes como las que aún continúan trabajando hombro a hombro con usted para ver, poco a poco, sus sueños convertidos en visiones por cumplir. Le cuento que, desde hace mucho, he tenido la inquietud de escribir un libro sobre usted, el cual he querido titular: “Un sueño, una visión, una realidad; esto es y ha sido José Luis Gabriel”. No hay libro todavía, pero sí completé este regalo que hoy será para usted. Allá por el 2010 se me ocurrió que quería escribir ese libro sobre su vida profesional, y poder compartirle al mundo quién es usted. Cómo ha sido su filosofía de vida, cómo empezó esta gran corporación, cómo ha sido un padre de familia que nos ha guiado y amado por sobre todas las cosas. Su amor por la aviación y muchas otras ilusiones que, a los que lo rodeamos, nos inquietan por querer saber más de usted. Alguien a quien la edad no le ha importado más que como un número biológico. Para usted, ese número no ha sido importante, como para otros, que, les importa tanto que se convierten y viven en función a lo que supuestamente deben hacer, según su edad. Usted, de plano, no ha sido para nada así. En el camino, ese libro ya no se lo hice. Pero sí logré culminar y entregarle, en enero del 2012, el libro de Aceros de Guatemala. Una recopilación que se convirtió en un viaje, que me permitió conocer más de su familia paterna, materna y de sus ancestros. También, hacer una envoltura de la historia, y de todos sus logros en esta gran empresa, desde su inicio. No digamos, plasmar información sobre la historia de cómo llegó el hierro a Guatemala, y la fotografía de nuestro bello país. Es muy impresionante saber lo inquieto que siempre ha sido en cuanto a llevar a cabo lo que lo ilusiona y se imagina. Prueba de ello, cómo en 1953 decidió pedir el consentimiento de su mamá para poder independizarse del negocio que su papá había empezado, El Tirador, e iniciar una nueva aventura de vida. Su negocio propio. Fue así como empezó con Distribuidora Universal, que luego le llamó Distun, vendiendo productos de consumo rápido como shinola, pachas, fósforos, kleennex, maizena, etc., y que luego le dio el giro a la comercialización de productos derivados del acero como clavos y alambre espigado. Luego, empezó su inquietud por querer fabricar sus propios productos, y fue así como en 1963 inició su propia producción. Hoy, 63 años después, quiero reconocer ese ejemplo de sencillez, humildad y perseverancia, el honor a la palabra, la disciplina y el esfuerzo; reconocer los desafíos y la puntualidad, así como la honradez, el amor por la lectura, la dedicación y el respeto siempre hacia su prójimo. Buen oyente, intuitivo, estudiante del día a día con exclamaciones como: “¿le puedo hacer una pregunta” ?, y muchas otras cualidades que lo han caracterizado como alguien único y fuera de serie. Como el hombre de la estrella. El hombre de acero. El hombre de hierro y no sé cuántos calificativos más, que bien merecidos se los tiene. A principios del año pasado se me ocurrió hacer algo diferente y especial para usted y honrarlo aún más. Hacer algo que pudiera quedar como una huella para toda la vida, por todo ese trabajo que usted ha realizado, y decidí hacerle su estatua. Me comuniqué con el artista guatemalteco Walter Peter para saber qué y cómo podría dejar esa huella plasmada, y empezó así, una ilusión maravillosa para mí. Empezamos a darle forma al proyecto, donde fotos de usted iban y venían. Reportes con bocetos y adelantos que me iba entregando Walter. Su traje y su camisa, la corbata, el cincho y los zapatos hubo que secuestrarlos para darle su toque personal. Finalmente, en mayo, logramos llegar al final, el sueño de ver terminado este regalo que hoy tengo para usted. Un regalo que tardó en hacerse de junio a diciembre del 2015, prácticamente todo estaba listo, y con gran satisfacción y una emoción incomparable. Walter había terminado el trabajo con excelencia, así como le gustan a usted las cosas. Impresionante. Quiero contarle que, durante esos siete meses de trabajo, visitamos a Walter, tanto mi hermana Sheila, como mis sobrinos y algunos amigos cercanos.

A mi mamá le mandaba fotos para que hiciera sus comentarios. También les pedí a algunos de Aceros de Guatemala que me acompañaran y me dijeran su opinión, de cómo veían el trabajo de su expresión plasmada, para ayudar y lograr darle el toque lo más parecido a usted. Me siento muy contenta por cómo quedó este regalo que muy pronto verá. Lograr hacer esto en secreto fue muy difícil, por la ilusión que ha representado para muchos, pero lo logramos. Logramos mantener el secreto y, sobre todo, que usted no sospechara nada. Doy gracias por ello a todos los involucrados que fueron mis cómplices. Hubo también qué definir en dónde poner este regalo. Nos preguntábamos, cuál sería el mejor lugar para que fuera parte de todos los que, día a día, caminan y trabajan haciendo realidad los sueños que usted ha tenido. Y elegimos el lugar donde se empezaron a poner de forma ordenada todas las máquinas antiguas que todavía estaban por allí y algunas otras que había que agregar. Usted, entre sus sueños, entre las máquinas que iban siendo parte de todo. Una gran ceiba, como la fuerza, solidez y grandeza que nuestro árbol nacional tiene. Diseñamos todo con un jardín espectacular, donde muchas de las plantas que se sembraron han sido multiplicadas en el vivero de aquí en Sidegua. Una plaza para descansar, para inspirarse. Con caminos y áreas para compartir entre compañeros de trabajo. Un lugar único, que cualquiera que entre a Sidegua verá. Un regalo que representa al ser que ha seguido esta intuición; que ha visto y sigue señalando y viendo al norte. Un hombre que tiene una postura muy particular, con el pulgar de la mano derecha puesto en su cincho, características que lo identifican. Papa, aquí le entrego lo que representa a un ser maravilloso, a un hombre visionario y a todo ese ejemplo del que muchos hemos aprendido y lo seguimos haciendo. Aquí está un sueño hecho realidad, ¡¡el hombre de la estrella, que ha fabricado y distribuido para que Guatemala construya y progrese!!

Masagua, Escuintla, 18 de junio de 2016

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