Hoy, 31 de agosto, estoy escribiendo mis últimas palabras en lo que fue mi oficina en zona 14, desde el año 2000.
Corporación Aceros de Guatemala fue mi casa por cuarenta años desde 1976 cuando empecé. Tiempo en el que me desarrollé profesionalmente de una manera honrosa y con la sencillez y humildad que siempre vi y aprendí de mi papá, tanto en el trato con los compañeros de trabajo, como con los clientes o proveedores.
De esos años, acompañé a mi papá manejando la imagen y publicidad por treinta y tres años. Tiempo que me dio demasiados retos y alegrías. Treinta y tres años que me dieron la oportunidad de conocer a muchas personas y, no digamos, de aprender en todo sentido de otras. La satisfacción de haber dejado, en octubre del 2017, todas nuestras marcas más que bien posicionadas y con una publicidad bien enfocada, entendiendo qué y cómo hacerla.
Dejé amando esas marcas por nuestros clientes y me voy más que satisfecha por el trabajo realizado con amor, con identificación, con entrega. Y, sobre todo, saber que cuidé de la mejor manera, cómo invertir el presupuesto que tenía para ello.
Mi papá, José Luis Gabriel, el fundador de esta maravillosa corporación, fue para mí un gran ejemplo y guía de lo que es el trabajo. Un hombre íntegro, ético, no digamos la manera como respetaba el valor de la palabra. Vivía perfectamente con una gran sencillez y humildad, valores que lo hicieron aún más grande, siempre con amor ante su prójimo. Sé que la única y verdadera estrella de él, siempre seguirá brillando sobre todos sus sueños hechos realidad, ¡sueños que hoy me toca dejar ir! Una jubilación inesperada, donde me toca cerrar mi puerta, que siempre estuvo abierta.
Hoy dejo mi huella junto a tantos recuerdos que viví al lado de mi papá y mis hermanos, con cada uno de los colaboradores, clientes y proveedores, a quienes agradezco infinitamente por su apoyo y cariño incondicional hacia mí durante todos estos años de trabajo. ¡Gracias, gracias y que Dios los bendiga grandemente!
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