top of page

Creer para crear

Hoy tuve la oportunidad de ver un maravilloso atardecer mientras trabajaba en mi casa. La ventana de mi escritorio da hacia el sur y los celajes que veo algunos días, acompañados de la vista que tengo hacia los volcanes, especialmente el volcán de Agua, son impresionantes.


Hoy, el cielo estaba lleno de nubes que hacían formas, pero hubo un momento en donde quedó un vacío impresionante con un fondo de diferentes colores que, conforme fui viéndolo más despacio, mi imaginación vio una paloma con sus alas extendidas. El celaje en ese vacío me maravilló y tomé varias fotos. Sentí que la paloma de la paz cubría a Guatemala con sus alas abiertas.

Desde pequeña oía la frase del apóstol Santo Tomas de Aquino: “Ver para creer”; pero conforme el tiempo ha pasado y mi vida me ha llevado a muchas oportunidades de crecimiento, puedo decir que estoy completamente convencida de que, como dijo Jesús luego de resucitar, es al revés: “Hay que creer para ver”.

Y al creer en mí, al creer en lo que quiero y visualizar mis ilusiones, puedo expresar lo importante de “creer para crear”. Me encanta sentir esto como parte de mis creencias.

Que, por cierto, hablando de creencias, cuántos mensajes como este anterior que mencioné tenemos en nuestro ser. Hay que ver para creer. No confíes. Siempre que des, espera que te lo devuelvan. No pidas favores. No abras tu corazón tan fácilmente. Cuántos noes recibimos desde pequeños y para qué, ¿para vivir en función de alguien más? ¿Podría yo ser una mujer auténtica y vivir con mis creencias si hubiera seguido con las que mis papás y maestros querían para mí?


Ellos me inculcaron una independencia que me hizo muy segura de mí misma, sin miedos y con principios y valores que han sido pilar en mi vida. Pero mis creencias, son mis creencias, y elegí no limitarme a crecer en una caparazón sin vida propia, al revés, elegí renunciar a lo conocido y lanzarme a “lo que está fuera de lo establecido”.

Como me decían desde tiempos del colegio, la niña rebelde, como la canción de Jeanette del año 1971, “Soy rebelde”, donde lo que quería era soñar y vivir, cantar y reír, y lo acepto con orgullo y gracia porque, desde temprana edad, me di cuenta de lo importante que es ser uno mismo y ser fiel a mis propias creencias. De quererme al máximo y de no aparentar nunca para nada ni para nadie, sino ser libre y auténtica. Crear mi propia estructura de vida con mis creencias, y dejar que mis decisiones y elecciones, me den la oportunidad de caer, de saber levantarme y de aprender cuantas veces tuviera que hacerlo. De consentirme a mi manera. La vida no es nada fácil, pero es mucho mejor cuando se tiene la capacidad de observarse, de estar en silencio, de cuestionar las emociones que puedan abrazarme, de poder elegir libremente y no por las creencias que algunos pudieran inculcarme y no dejarme ser libre como el viento.

Cuando me observo a mí misma, me entiendo, el miedo que, por cierto, es muy cobarde, desaparece y la soledad se vuelve un encanto total para vivir al puro antojo y con la propia aprobación, no con la de alguien más. Qué rico sentir esa libertad de no aparentar, de ser uno mismo, de ser yo, de vivir, de sentir y pensar como yo quiero, y saber que lo más importante es amarme y respetarme con todo.

La Biblia lo dice muy claro en el segundo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Es más que directo, y ¿desde cuándo nos motivan a querernos, a amarnos, a respetarnos y a creer en nosotros mismos? Así que, si todavía no crees en ti mismo, empieza por creer para crear tu propio yo, para redescubrirte, reconstruirte, ser tú y ser libre de pensamiento.

2 visualizaciones

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page